Cuando falleciò Claudio, estaba mucho tiempo
observando a nuestras hijas,
Tratando de adivinar que pasarìa por sus cabecitas
Cometì el error de no dejarlas
que me vean llorar y ya de grandes me conversaban
que justamente eso
les extrañaba…que no llore su mamà.-
De acuerdo a la edad de cada una
y al lazo afectivo que alcanzaron
a formar con su papà se marcó el propio sentimiento
de dolor en cada una.
Algo que yo desconocìa,
por no haberlo vivido anteriormente,
es que la rabia
que sentìan, la impotencia y el no entender,
a veces lo manifestaban
con actitudes negativas hacia mì.-
Contestaciones,
indiferencia, las clàsicas
frases de ¿por què èl y no vos ?....
muy duro.
Y después aprendì que tal vez yo era su roca
en el medio de la tempestad.
Ellas sabìan que las amaba y pase lo que pase,
siempre estarìa allì.
Equivocada o no, siempre allì.
Hubieron épocas de mucho apego fìsico
o sentimental,
como si en el fondo
no quisieran crecer.
Y hubieron de los otros.
Es real el sentimiento de culpa
por continuar viviendo,
a veces
bien manejada del duelo.
Las miraba cuando iba a buscarlas al colegio,
cuando tenìamos esas salidas
de a seis, al campo, a la rìa, paseando en el auto,
comiendo helados….y
me seguia preguntando que pensarìan mis niñas.
Lo màs cercano que
habìan tenido a la muerte, habìa sido una mascota.
Y sabìa cuanto les habìa afectado,
con màs razòn a las mayores.
Y aunque no se expresaban como los adultos,
tampoco yo
exteriorizaba mucho enfrente de ellas.
Una de mis mayores preocupaciones entre tantas
era tratar de descubrir
tarea difícil,
donde no hay que desaprovechar ninguna señal
en el intento.
Que no me vean llorar.
Y explicarles de mil maneras distintas que habìa pasado.
Los juegos, las conversacioneas entre ellas,
eran una marca a tener en cuenta.
O los dibujos.
Tampoco las llevè al cementerio.
Ellas se quedaron con el recuerdo
de un papà sonriente y divertido.
Eso es una de las cosas màs difíciles a determinar.
Si a los chicos los llevamos o no al velatorio,
si le dan un beso al cuerpo
frìo de quien fue su padre….
y hasta que punto esa imàgen
puede ser una
y negativa en la formación de sus vidas.
Yo no lo dudè, mis hijas no lo vieron.
También tuvo que ver el no querer
exponerlas a la gente
y todo lo que me rodeaba en ese momento.
Los hijos son esponjas
y reciben todas nuestras emociones y
lo que estamos viviendo.
Por eso, adecuado a la edad que tengan,
hay que hablarles claro, con ternura,
pero con la seguridad de
que la situación no vuelve atràs.
Pienso que las mentiras solo les
da inseguridad y expectativas respecto
a situaciones que no volveràn.
Yo tengo mis años recorridos.
Como en la vida de todos,
han pasado dificultades y dolores.
Pero si tengo que decir cual fue el momento
màs difícil, más cruento,
no
cuando mis hijas no querìan dormirse y me
fueron a buscar a la sala velatoria.
La mayor tenìa 9 años. La menor 2
Y me rodearon con preguntas y en
cada respuesta que yo trataba de hilvanar
venìa una nueva pregunta.
Nunca me olvidarè de ese dìa.
Gracias a Dios, encontrè en algún rincón
de mi corazòn , la fuerza y claridad para hablarles.
Su papà ya no volverìa nunca màs.
Se los tenìa que explicar a ellas.
Pero no tenìa a quien me pudiera explicar
a mì lo que estaba pasando.
Desde aquel dìa, muchas veces he vivido
pensando que Çlaudio nos
escuchaba, que en cierta manera tenìa
que seguir con lo que
habìamos programado juntos para
el futuro de nuestras hijas,
eso me hacìa sentir màs segura,
Y aunque algunas personas de mi entorno
me repetìan que estaba mal,
que tenìa que cambiar,
me apoyè en esa idea durante mucho tiempo.
Y pienso que eso fue lo que màs
me ayudò durante tantos años.
Si estàs leyendo este blog, es por que alguna pèrdida
importante has tenido en tu vida afectiva,
Y como me pasò con mis hijas, hoy repito lo mismo,
no tengo todas las respuestas.
Ni la mitad.
Sigo extrañando la vida familiar que construìmos juntos,
pienso
que clase de padre, de abuelo, de pareja.
Y lo positivo es que recordarlo es sonreìrme.
Con nostalgia en algunos momentos,
con dolor a veces,
pero en todo momento con el corazòn agradecido
por haber sido
parte de su vida, por nuestras hijas y los nietos.
Si de alguna manera
consideras que puede servirte responderme,
contar tu historia, aquì estamos.
Para ayudarnos
entre todos a superar las pèrdidas y tratar
de sobrellevar la vida con esas ausencias.
Soy una convencida que uno no se olvida nunca.
La aceptaciòn comienza cuando se aprende a vivir
con esas ausencias y seguir adelante,
tan sencillo de escribirlo y
tan difìcil en la vida diaria.
La vida continua.
Eso nos dicen todos.
Y aunque
nos enojemos en el momento, tienen
razòn, la vida continua.
Con los recuerdos. Las nostalgias.
Los hijos. Las ausencias.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
La vida continùa.
Un abrazo
Cad