Esos "dìas festivos", dia de la madre, el padre, de los novios, aniversarios, cumpleaños, el dìa de la semana en que falleciò. El mes. Los dìas anteriores. Los posteriores.
Y muy especialmente la Navidad. Nuestras tradiciones, y aùn la comida especial de ese dìa son un recuerdo constante de nuestra pèrdida.
Son èpocas del años en donde los sentimientos de pèrdida se ven siempre magnificados.
Algunas veces no somos concientes de ello y de como nos afectan. Ante los dìas especiales no es extraño que se anticipe el malestar unos dìas antes y se siente uno mal antes de que ellos sucedan, durante y unos dìas despuès.
Estamos màs irritables, deprimidos y ansiosos y los niveles de energìa disminuyen.
Si las tradiciones de las fiestas nos producen un dolor intolerable, tenemos el poder de modificar y confeccionar las propias fiestas de forma que se vean cumplidas nuestras expectativas actuales.
Tomar lo que nos guste y dejar lo que no. Al hacerlo así, se sentirá menos abrumado y estresado, menos deprimido y más capaz de tener unas fiestas tranquilas.
Cada uno de nosotros debe encontrar su propia zona de confort, zona que puede ser radicalmente diferente de año en año.
Nuestra preocupación somos nosotros mismos y nuestra familia inmediata. Se trata de encontrar conjuntamente la mejor forma de pasar las fiestas con el menor dolor posible.
Sin duda apreciamos al resto de la familia, a nuestros amigos y compañeros de trabajo, pero no necesitamos hacer nuestros planes alrededor de sus necesidades sino de las nuestras: esperamos que ellos entiendan esto.
Las antiguas costumbres se han terminado y nunca se repetirán de la misma manera. La risa, antes tan fácil, fluida y natural, puede llegar a ser solo una mueca o perderse totalmente; dar regalos, alguna vez tan divertido, puede parecer vacío y triste, carente de sentido; las canciones familiares, a veces tan reconfortantes, pueden atragantarse y acompañarse de lágrimas y un intenso anhelo. En verdad, hay algo de dolor que cuelga de la alegría que otros sienten: es difícil estar sin la persona amada y tener que ajustarse a esa nueva tradición por obligación y sin quererlo. Todo esto suele acompañarse de una gran cantidad de angustiantes preguntas: ¿Qué es lo que me está pasando? ¿Si seré capaz de aguantar esto?
En la primera celebración de uno de estos días sin el ser querido nos duele todo con cada pensamiento de celebración: duele el cuerpo, el alma, el espíritu, el pasado, el presente, el futuro, etc.; en verdad, suele ser muy difícil encontrar una forma de celebración reconfortante. Aunque se hayan ensayado todo tipo de cosas que se supone sirven para enfrentarse a la perspectiva de un día especial sin el ser querido, nada parece servir ni adaptarse a nuestra nueva circunstancia.
Todo lo que se quiere es "pasar de una vez" toda esa época que ahora es diferente y molesta y "despertar varios días después".
No encontramos paz y tranquilidad en ningún tipo de celebración; se llora con cada adorno que se pone en el árbol de navidad, con cada pastel cocinado, con cada vela encendida, con cada rosa recibida.
Se siente rabia contra el destino o contra dios por permitir que una vida tan feliz y tranquila tomara ese rumbo; hay pesadumbre y deseos de que todo el mundo sienta el dolor que nos embarga.
Estos días, días de reunión familiar, son días donde realmente caemos en cuenta del vacío existente: el ver continuamente el regalo perfecto para nuestro familiar ausente repentina y repetidamente nos recuerda que ellos ya no estarán más.
Aunque cada experiencia de pérdida es diferente (nivel de apego, impacto de la pérdida en la realidad personal, en el sentido de la vida, etc.), las fiestas provocan en nosotros dos tipos de sentimientos encontrados: por un lado, son un tiempo del año en que cada uno espera que todos los miembros de la familia estén juntos; por el otro, con su celebración llega a ser claramente doloroso que alguien falta.
Somos conscientes de que enfrentar las fiestas es una parte necesaria para la curación del dolor, por ello puede ser frustrante el pretender que todo siga siendo como antes era: que duda cabe que mucho o todo será diferente: "... ya las luces de navidad no brillarán como lo hacían antes".
Sabemos que no podemos escapar del dolor ni esconder la verdad de lo inevitable de los cambios que se avecinan; todo lo que podemos hacer es ajustar nuestra actitud y cambiar nuestro estado mental.
Y esto no es lo más fácil.
COSAS PARA HACER LOS DÍAS ESPECIALES
1. Celebre la navidad en noviembre, por ejemplo, y pase el mes de diciembre tranquilo.
2. No comunique su cumpleaños.
3. En fechas especiales (fecha del diagnóstico, de la cirugía, del accidente, etc.) quédese solo o con alguien que no conozca nada de usted.
4. Retire adornos alusivos a fiestas.
5. Prepare una comida especial, no usual.
6. Invite a la familia del fallecido.
7. Envíe postales y tarjetas aunque no espere ninguna respuesta.
8. Cante villancicos.
9. Adorne diferente su casa o vaya a otra casa esta vez.
10. Vaya a la iglesia/templo/sinagoga con alguien y no solo.
11. Permanezca activo y haga deporte de grupo.
12. Encuentre a alguien con quien pasar las fiestas.
13. Haga algo por usted mismo.
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