Hoy te escribo.
Nuevamente deslizo las palabras
que repiten el dolor antiguo
de cada instante en esta vida.
Los recuerdos acuden sin aviso
atropellados, constantes, firmes.
Provocan la nostalgia acostumbrada
que acompaña en silencio cada dìa.
Recorren nuevamente los senderos
de làgrimas perdidas y olvidadas.
Reviven cada ausencia reprimida
y lloran el vacìo que perdura.-
Hoy te escribo.
Fuiste el eje principal y necesario
del pasado feliz, el compartido.
Transformaste mi existencia.
Y a esa adolescencia solitaria
colmaste de amor y de ternura,
cerrando las heridas de mi vida.
Te amè. Dios sabe cuanto.
Recorriendo cada jornada.
Aprendiendo juntos en la angustia
de los momentos tensos, difìciles,
que alguna vez amenazaron
con quebrar nuestro mundo prometido.
Fuimos niños en la risa.
Compañeros en la rutina laboriosa
Tuvimos la caricia tierna y los besos
que sellaban cada instante de alegrìa.
Vivimos la emociòn en el abrazo
de los sueños cumplidos en los hijos.
Cinco niñas que fijaron
tu sentido de pertenencia y
del orgullo que leìan en tus ojos
cuando en los brazos acunabas su inocencia.-
Hoy te escribo.
Mi novio. Mi hombre. Mi compañero.
Aunque ayer te fuiste de mi vida
te retuve a mi lado. Dìa tras dìa.
Fuiste el refugio. La seguridad
que luchò junto a mì cada batalla.
Te pedì en silencio las respuestas.
Gritè tu nombre, adoptè tus costumbres
y en ellas atrapè tu compañìa.
Recordè tus historias al contar las mìas.
Y al llegar la adolescencia de tus hijas
tus sueños para ellas revivieron.
Y mi voz reflejò en cada palabra
el eco de las frases pronunciadas.
Tuve culpas, dolor, remordimientos
los fracasos lastimaron mis entrañas
y en mi interior, sentì que te fallaba.
Hoy te escribo.
Mi corazòn està triste.
Las làgrimas estallan sin prisa.
Y en los ojos abiertos para siempre
condenso tu historia y la mìa.
Es el momento de la despedida
del adiòs que aùn no he pronunciado
por que nunca dejè que te marcharas.
Permitir que te vayas.
aunque este llanto silencioso no pueda
soltar despacio las amarras.
Mi novio. Mi hombre. Mi compañero.
(Que Dios te guarde en la palma de su mano).
De: Mònica Figueroa
Derechos Registrados
Nuevamente deslizo las palabras
que repiten el dolor antiguo
de cada instante en esta vida.
Los recuerdos acuden sin aviso
atropellados, constantes, firmes.
Provocan la nostalgia acostumbrada
que acompaña en silencio cada dìa.
Recorren nuevamente los senderos
de làgrimas perdidas y olvidadas.
Reviven cada ausencia reprimida
y lloran el vacìo que perdura.-
Hoy te escribo.
Fuiste el eje principal y necesario
del pasado feliz, el compartido.
Transformaste mi existencia.
Y a esa adolescencia solitaria
colmaste de amor y de ternura,
cerrando las heridas de mi vida.
Te amè. Dios sabe cuanto.
Recorriendo cada jornada.
Aprendiendo juntos en la angustia
de los momentos tensos, difìciles,
que alguna vez amenazaron
con quebrar nuestro mundo prometido.
Fuimos niños en la risa.
Compañeros en la rutina laboriosa
Tuvimos la caricia tierna y los besos
que sellaban cada instante de alegrìa.
Vivimos la emociòn en el abrazo
de los sueños cumplidos en los hijos.
Cinco niñas que fijaron
tu sentido de pertenencia y
del orgullo que leìan en tus ojos
cuando en los brazos acunabas su inocencia.-
Hoy te escribo.
Mi novio. Mi hombre. Mi compañero.
Aunque ayer te fuiste de mi vida
te retuve a mi lado. Dìa tras dìa.
Fuiste el refugio. La seguridad
que luchò junto a mì cada batalla.
Te pedì en silencio las respuestas.
Gritè tu nombre, adoptè tus costumbres
y en ellas atrapè tu compañìa.
Recordè tus historias al contar las mìas.
Y al llegar la adolescencia de tus hijas
tus sueños para ellas revivieron.
Y mi voz reflejò en cada palabra
el eco de las frases pronunciadas.
Tuve culpas, dolor, remordimientos
los fracasos lastimaron mis entrañas
y en mi interior, sentì que te fallaba.
Hoy te escribo.
Mi corazòn està triste.
Las làgrimas estallan sin prisa.
Y en los ojos abiertos para siempre
condenso tu historia y la mìa.
Es el momento de la despedida
del adiòs que aùn no he pronunciado
por que nunca dejè que te marcharas.
Permitir que te vayas.
aunque este llanto silencioso no pueda
soltar despacio las amarras.
Mi novio. Mi hombre. Mi compañero.
(Que Dios te guarde en la palma de su mano).
De: Mònica Figueroa
Derechos Registrados
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