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El apoyo más importante que una persona recibe después de sufrir una pérdida, proviene de amigos y familiares, pero en caso de dificultades para superar la pérdida, puede ser útil el apoyo terapéutico. El periodo de duelo permite a la persona superar la pérdida, vivir sin la persona fallecida e independizarse emocionalmente de ella, tomar decisiones por sí mismo, establecer nuevas relaciones, siendo capaz de superar los momentos más críticos como celebraciones familiares, cumpleaños o fechas significadas. Las estrategias de apoyo psicológico o médico buscan ayudar a la persona a superar este proceso, haciendo posible hablar de la persona fallecida y reconocer si hay emociones mínimas o exageradas alrededor de la pérdida, con vivencias de culpa, rabia u otros sentimientos negativos. Las distintas técnicas terapéuticas buscan ayudar a la persona en duelo a superarlo, a través de: |
- Desarrollar la capacidad de experimentar, expresar y adaptarse a los cambios afectivos.
- Utilizar los medios más eficaces para afrontar las distintas situaciones y superar el dolor que provocan.
- Establecer una relación continuada con el difunto.
- Mantener el estado de salud y la autonomía física y afectiva de la persona.
- Restablecer las relaciones personales.
- Alcanzar un buen nivel de autoestima y de relación con el entorno.
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Entre las técnicas terapéuticas que pueden utilizarse en este proceso de adaptación a la ausencia de la persona querida, se encuentran: |
- Anticipación de fechas y situaciones. Algunas fechas (aniversario de la muerte, cumpleaños, Navidades, Todos los Santos, etc.) son especiales, y con ellas llegarán nuevos tirones de dolor que sorprenden y desmoralizan, por lo que conviene tenerlas en cuenta para adelantarse si están por venir, adivinando o imaginando como se vivirán, o averiguar el impacto y la estela que han dejado atrás si ya han ocurrido.
- Toma de decisiones, solución de problemas y adquisición de habilidades. A veces la persona en duelo tiene un auténtico bloqueo cognitivo mezclado con miedo, ya que su mundo se le ha venido abajo y todo puede ser extremadamente peligroso. En esta situación, a veces, la toma de decisiones resulta difícil o es necesario adquirir habilidades que ejercía la persona fallecida (arreglo de un enchufe, cambiar una bombilla, ir al banco, etc.).
- Concretar los problemas, generar alternativas, elegir una opción, ponerla en marcha y evaluar resultados.
- Narración repetitiva de la muerte y “contar” historias. La narración de un hecho trágico lo desdramatiza en parte. El relato pormenorizado y redundante de la muerte es catártico, lava, purga, abre la espita de la emoción y además libera, ordena y estructura el pensamiento. Casi hace de la muerte una parte de nosotros mismos, la normaliza y ayuda a superarla.
- Hablar de retazos de vida pasada, extraerlos del viejo archivo de la memoria y actualizarlos. Con ello, el doliente perfila lo que fué y lo que es, reflexiona, busca, rebusca y tiene la oportunidad de ver que los vínculos son ahora distintos pero perviven. Puede hacer nuevas amistades, ilusionarse con los nietos, la vida,... sin miedo, nunca se va a olvidar,... porque el olvido es imposible.
- Prescripción de tareas concretas e individualizadas que se negocian y pactan previamente, y que comprometen al doliente y le obligan en su consecución.
- Realizar ejercicio físico con unas pautas determinadas, consiguiéndose además -por el efecto dominó y casi sin querer- cambios en otros hábitos de vida del doliente, y sobre todo evitando maneras de afrontar su pérdida, claramente perjudiciales: abusar del alcohol, del tabaco, del vídeo, de la televisión, del juego, etc.
- Hablar de los sueños y de las presencias: visuales, auditivas, táctiles... Los sueños a veces asustan e inquietan, y en otras ocasiones, alivian y reparan, produciendo sosiego. Es conveniente hablar de ellos y del significado que tienen para el doliente.
- Utilización de psicofármacos. En el duelo normal sólo deben de tomarse fármacos para trastornos concretos y durante un tiempo limitado y ocasional, con el fin de evitar medicalizar el duelo. Los antidepresivos son totalmente ineficaces frente a la tristeza del duelo si no existe depresión.
- Debe de estarse atento en personas con estilos de afrontar las dificultades claramente perjudiciales, p. ej. “compensadores químicos” que van a echar mano de sustancias para curar su dolor y su impotencia, léase alcohol, nicotina, pastillas..., o conductas repetitivas y compulsivas del tipo “trabajo adicto”, “jugador de máquinas”,... que anclen el dolor y lo narcoticen por la repetición.
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Debe de solicitarse atención especializada en caso de: |
- Estilos de afrontar los problemas abiertamente autolesivos a corto o largo plazo (exceso de consumo de drogas, alcohol, ludopatías, obsesiones...).
- Aparición de problemas de salud mental asociados: fobias, crisis de angustia, etc.
- No superación del duelo: aparente ausencia de duelo, cronificación...
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En el proceso de superación del duelo existen diversos recursos o técnicas que se pueden utilizar: |
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