Celebraciones rodeadas de regalos y brindis, pero para una parte importante de nosotros y en algún momento de la vida, son nostalgia, penas y algunas làgrimas. No importa a veces el tiempo transcurrido desde que ese ser querido ha fallecido.
Puede ser meses, años, días. El fallecimiento conlleva una enfermedad, un accidente, y estos dejan secuelas dìficiles de afrontar. Siempre digo que he aprendido que ese dolor se siente en el cuerpo, en los músculos y los huesos, por que hasta las fuerzas de ese cuerpo ceden y solo se es un montòn de algo a la deriva.
¿y què hacemos en Navidad, en año nuevo…o en un cumpleaños…un nacimiento? Preguntas difíciles, pero màs difícil aùn es encontrar respuestas valederas, que sirvan y nos den sosiego.
En algunos c asos, es la negación completa y total. Regalan los adornos, cierran sus hogares y ya no se reúnen para navidad o año nuevo por que los recuerdos son demasiado dolorosos, por que la presencia del que ya no està duele demasiado, no se soporta,
Y en ese acto de negación, no se tiene en cuenta al resto de la familia, que necesitan aferrarse a la esperanza del consuelo y el futuro.
Siempre recuerdo nuestras primeras navidades solas. En honor a nuestras hijas, hubo arbolito y regalos.
Estabamos solas. Ellas jugando. Yo sentada al costado de la mesa, mientras me seguía preguntando si no era todo parte de una gran pesadilla.
Cuando sonaron las 12, también sonò el timbre de mi casa. Y entraron todos mis vecinos, con el pan dulce, la bebida para brindar y ese abrazo que partìa el corazón y cerraba las heridas momentáneamente. Nunca en mi vida olvidarè el amor y la compañía que ellos nos brindaron ese dìa.
Los recuerdos se intensifican en estas fechas. Y creo que lo esencial es no esconder los sentimientos. Al menos no esconderlos ante uno mismo. Yo intento no reprimir mis emociones, aunque debo confesar que no puedo llorar,
Sè que, aunque en el fondo los sentimientos de pèrdida y dolor son muy parecidos, las reacciones son diferentes,
Despuès de esa primera navidad, aprendì que me hacìa bien repetir los rituales familiares. Pasè a ser la vìa física para que mis hijas recrearan las costumbres que su papà tenía, no solo en las fiestas navideñas, también en muchas situaciones de la vida.
Y eso produjo en mi una sensación de paz. Sus costumbres se hicieron mìas, como un rito familiar.
Pero lo importante es compartir de manera unida con el resto de la familia. En el clima que se pueda. Llorando si se quiere llorar, recordando si asi lo necesitamos, y no desmoronarnos, màs aùn en el caso de que tengamos hijos, por que ellos también sienten las `pèrdidas y nos necesitan enteros. Mantenernos ocupados, buscar y recibir el apoyo de familiares o amigos cercanos, por que ellos son los que nos ayudan a sobrellevar estas fechas. Escribir tarjetas de navidad, armar el arbolito, ocupar el tiempo en trabajos caseros para mantenerse activos, ocuparse de los màs chiquitos de la familia….
Lo cierto es que la felicidad de los regalos y el compartir se entremezcla con la soledad, la angustia, la nostalgia por que alguien ya no està con nosotros.
Ojalà pudiéramos no ocultar los sentimientos, sino expresarlos a través del llanto, del abrazo o el compartir con quienes nos rodean.
De esa manera, mantendremos el recuerdo de nuestro ser querido que tanta falta nos hace y a la vez iniciaremos el camino del consuelo y la entrega.
Desde el corazón, para ustedes.
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